Olavarria: Cuando el amo juega al esclavo


Los responsables de los sucesos en el recital del Indio Solari en Olavarría son claros: el Estado y sus funcionarios corruptos, el gobierno de Maria Eugenia Vidal, el intendente Galli del PRO, la productora que organizó el evento, el músico principal beneficiario del show montado. Es necesario denunciar y señalar a los responsables de dos muertes y de la desatención y el maltrato de medio millón de personas.
Dicho esto hay que centrarse en el otro foco, el fenómeno ricotero, las multitudes humanas movilizadas para realizar su ceremonia y participar de los recitales. Miles de jóvenes, y no tanto, que encuentran en las celebraciones ricoteras un lugar donde reina cierta idea del caos y una posibilidad de reventarse sin el control represivo cerca. Un poco de libertad, o mejor dicho, una ficción de libertad -que ciertamente es mejor que ninguna libertad- que esconde los intereses materiales que hacen al mito de Patricio Rey el hecho cultural de masas por excelencia del rock argentino.
Guy Debord solía decir que «El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden presente mantiene consigo mismo, su monólogo elogioso. Es el autorretrato del poder». El espectáculo ricotero tuvo su bautismo de fuego con la muerte de Walter Bulacio en manos de la Policía Federal, contratada para la ocasión por la banda, y su silencio brutal frente a un crimen del estado que los manchaba. Autorretrato del poder: la complicidad con la impunidad policial, que en los ’90 hacia ejercicio de gatillo fácil. 4000 jóvenes asesinados en democracia así lo atestiguan.
La atracción de los Redondos y el Indio se debía, sin embargo, a que su discurso exaltaba la tribu, las bandas, la intoxicación de los sentidos, un supuesto desafío a los parámetros morales y sociales impuestos por la cultura dominante. Mientras tanto los músicos se convertían en producto de consumo masivo, en popes de un negocio que tras alguna pincelada de critica social, escondía su deseo de ser habilitados como parte del establishment rockero, de la casta de burgueses y millonarios que la componían. Su particularidad es que ascendían como empresarios de su propia iniciativa. Su aceptación como parte de los valores del capital fue tal que hasta hubo un ministro de educación macrista en la Ciudad y un ministro kirchnerista cómplice en los asesinatos de Maximiliano Kostequi y Dario Santillan que se ufanaban de ricoteros, incluso uno de ellos, hasta se congratula de su amistad con el Indio Solari.
A pesar de lo evidente, un grupo de multimillonarios que son la representación de un hecho de masas de la cultura popular, la multitud ricotera daba rienda suelta a adhesión a la banda. En palabras del autor de La sociedad del espectáculo: «La alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no son suyos, sino de otro que lo representa». La multitud de las barriadas, buscando en ella una imagen de si misma, como si pretendiera dar un mensaje distorsionado por la voz del mensajero. Un bufón del rey incapaz de darle profundidad e iluminar con una critica implacable del orden social, del cual busca sus recursos, las conciencias, siquiera estremecer; y que tras la reivindicación del tribalismo y del individualismo social del reviente, se apropia de la voz de cientos de miles de personas hambrientas de justicia, derechos y aspiraciones de una vida mejor. Multitudes que en ese ratito de ficción de libertad donde no rigen las normas se entrega caoticamente a ser reconducidas y representadas por el amo que juega al esclavo.

Soplando en el viento. Bob Dylan


Aunque el premio Nobel me parece una pelotudez mayúscula que busca llenar de laureles inmerecidos, la mayoría de las veces, a personas detestables o a obras que a juicio de unos pocos son merecedoras de la consagración, me alegra enormemente que sea Bob Dylan quien lo reciba. Para mi gusto cultor de la tradición poética liberal norteamericana que abrió el gran Walt Whitman, gran retratista y un referente de lo mejor que ha dado la llamada cultura del rock. A pesar de que siguió los avatares del rock and roll  de la contestación a la integración como rock bussines, manifestación de la gran cultura de masas del capital. A pesar de su lamentable recital junto al afortunadamente fenecido Karol Wojtila. Aguante Bob.

 

Cuantos caminos una persona debe de caminar
Antes de que lo llames un hombre?
Cuantos mares una paloma blanca debe de navegar
Antes de que duerma en la arena?
Cuanto tiempo tienen que volar las balas de cañon
Antes de que sean prohibidas para siempre?
La respuesta, mi amigo, esta soplando en el viento,
La respuesta esta soplando en el viento

Cuantos años puede existir una montaña
Antes de que este descolorida por el mar?
Cuantos años puede la gente existir
Antes de que se les sea permitida la libertad?
Cuantas veces un hombre puede voltear la cabeza
Pretendiendo que el no ve?
La respuesta, mi amigo, esta soplando en el viento,
La respuesta esta soplando en el viento

Cuantas veces un hombre debe de alzar la vista
Antes de que pueda ver el cielo?
Cuantos oidos debe tener un hombre
Antes de que pueda escuhcar a la gente llorar?
Cuantas muertes tendran que pasar hasta que el sepa
Que mucha gente ha muerto?
La respuesta, mi amigo, esta soplando en el viento,
La respuesta esta soplando en el viento

Tinelli y Gran Cuñado: humor político sin crítica social


Este miércoles fue el debut de Gran Cuñado en el ShowMatch de Marcelo Tinelli. En el programa de mayor rating de la TV argentina se presentaron los personajes de Mauricio Macri, interpretado por Fredy Villarreal; José Ottavis, por el “Bicho” Gómez, y Vicky Xipolitakis por Fátima Florez.

El programa de Marcelo Tinelli es un baño de popularidad para cualquiera que sea mencionado en él. Gran Cuñado puede ser, a la vez, una plataforma de lanzamiento de figuras políticas, como sucedió en su momento con Francisco De Narváez y su “alika-alicate”. También puede llevar a la defenestración de las mismas. Lo que caracteriza al segmento como programa de humor político es la superficialidad, el apego a las formas por sobre el debate de contenidos. Paradójicamente, Gran Cuñado es hoy el único programa de humor político de la TV argentina.

La superficialidad en el humor de Gran Cuñado hoy le brinda una gran oportunidad de asemejarse, casi en espejo, al objeto de su burla. El Gobierno de Cambiemos hace un culto a la superficialidad de las formas, para traficar una política antipopular. El programa de Tinelli nos permitirá ver una exaltación de la superficialidad de las formas.

Empecemos por reivindicar la gran imitación de un Macri que habla con una papa en la boca y solo es capaz de decir imbecilidades. Las imitaciones parecen un culto al realismo. La de Macri hecha por de Fredy Villarreal, así como también de la Vicky Xipolitakis hecha por Fátima Florez y el de José Ottavis, por parte del “Bicho” Gómez. Sigamos por criticar el farandulismo de quien supo ser uno de los jefes políticos de La Cámpora y terminó como payaso adjunto en ShowMatch, acompañado de su coro de seguidores de la agrupación kirchnerista. El objetivo, un baño de popularidad para el que todo vale.

Si el humor político es una de las formas sutiles de la crítica político-social, Gran Cuñado falla en su objetivo, ya que está más interesado en mostrar personajes queribles que en señalar las contradicciones del discurso político oficial. Las preguntas light de Leuco junior y los chistes sin filo sobre la política son la combinación perfecta de este cóctel que genera ansias y preocupación en una política patronal que se pretende desideologizada y que, en el caso del Ottavis real, ha abandonado el relato a cambio de los flashes.

En este sentido los anuncios del segundo semestre del macrismo fueron un acierto que, sin querer, devela a una derecha incapaz de anunciar medidas que ayuden a mitigar la crisis para los trabajadores y el pueblo pobre.

Tato Bores debe estar revolcándose en su tumba.